viernes, 5 de octubre de 2007

Vuelta a la carga

Tras esta prolongada ausencia de noticias vuelvo con renovadas ansias de relatar mis experiencias y publicar mis reflexiones.

El verano ha sido largo, tres meses en lo que ha habido tiempo de mucho, aún cuando siempre quede la sensación de que habría de haber sido más. Tras los exámenes pasé una semana de puro relax con Maite en Barcelona, entregándome (aunque nunca por completo) al tan mediterráneo fare niente.

A mi vuelta a me esperaba un curso de inglés que se alargó por todo el mes de julio. Una nueva incursión a Barcelona, esta vez en formato cuadrilla acabó con el mes, bonita y espero que repetible experiencia.

Agosto siempre sorprende con planes variopintos: el concierto-espectáculo de Sabina y Serrat es algo que encarecidamente recomiendo, sí señor. Como cada agosto, las fiestas se convirtieron en la excusa perfecta para pasar unos días en el pueblo, esta vez aderezadas con una salida nocturna que a todos sorprendió: fue uno de esos días en los que se alinean los astros y…se monta una parranda de agárrate y no te menees. Sin volver a Donosti, pasé unos días en Las Landas con Maite, especiales, geniales.


Unos días de Semana Grande y ¡vacaciones! esta vez con mi hermana y mis padres: salimos de Hendaya el 20 de agosto, TGV hasta París, de allí a San Petersburgo, impresionante, 3 noches y un bus por algo que aquí no se concebiría como carretera (350 km en 7 horas) después, estábamos en Tallin, que es precioso. Pasamos una noche y después cogimos un barco a Helsinki, donde pasamos unas horas, para luego tomar un barco a Estocolmo (sí, sí, el por los Erasmus conocidísimo “love” boat). Los días en Estocolmo me llevaron de vuelta a esa Europa avanzada, culta, cívica, que tanto admiro, es cierto, no es oro todo lo que reluce, pero la sensación es que en muchos aspectos nos llevan la delantera. Volvimos a París con Ryanair, con los miedos que ello me suscitaba dada mi anterior experiencia de retención aeroportuaria en Stansted. No hubo problemas con el vuelo, ahora bien, que a Skvasta le añadan el nombre Estocolmo y a Beauvais el de París, eso es de delito: casi nos llevó más tiempo el desplazamiento entre ciudades y aeropuertos en autobús que el propio vuelo. En París pasamos buena parte del domingo 29, cenamos en un griego (uno de ésos en los que rompes un plato a la entrada, venga Paulita!) y cogimos el tren de noche de vuelta a Hendaya, dando por terminado el periplo báltico. En futuros posts hablaré de las impresiones que me traje de los muchos sitios que pude ver, prometido.


Pero no sólo vacaciones ha habido, también ha sido un verano fructífero en lo que al futuro académico se refiere, pasados los últimos exámenes que se saldaron con victoria, quedaba por delante el último reto académico antes del título, el proyecto de fin de carrera. Tras un en muchos momentos frustrante proceso de búsqueda, lo he conseguido: allá donde me lo propuse, un proyecto interesante en unas condiciones inmejorables. El próximo sábado, 13 de octubre, Dios mediante partiré a Stuttgart, en el Suroeste de las Germanias. Me impresiona, pero creo que éste es el momento.


Seguiré informando.


1 comentario:

jorge dijo...

Felicidades por lo del proyecto, al final el que la sigue la consigue.

Ya me gustaría a mí tener tanto que contar del veranito, sólo un viaje a Italia al principio de Julio y luego a currar aquí en Madrid, que se convierte en un horno por esas fechas y eso que los lugareños dicen que este año no ha hecho calor...

Supongo que nos veremos en la licenciatura, mucha suerte en tu nueva aventura y no dejes de escribir.

Ahora, pon un poco de contraste entre el texto y el fondo que está jodido leer.

Laster arte!